Si habéis visitado alguna vez el Museo de la Evolución Humana, os
habréis dado cuenta de los cambios constantes que ha sufrido nuestro planeta
Tierra y el ser humano. Todos esos cambios han ido acompañados por el ritmo de
evolución y regeneración natural: lento y constante.
En el caso de las personas, nuestro cerebro requiere de tiempo y calidad
para integrar conocimientos que adquirimos del medio, filtrarlos en nuestro
interior y volver a expresarlos de manera creativa y constructiva hacia el
medio y sociedad.
En el caso del planeta Tierra, sus recursos son renovables a largo plazo
debido a ese ritmo lento y constante de regeneración natural.
Actualmente, ese ritmo evolutivo se encuentra en peligro, tanto en nuestro
planeta como en nosotros mismos. Las crisis económicas generan grandes
desajustes a nivel humanitario que incitan cometer actos egocéntricos en
todos los niveles. Todo este desajuste encauza al ritmo de la evolución
biológica, socio-cultural y medioambiental hacia la enfermedad.