La espiritualidad forma parte de nosotros.
Cuando vemos un río nacer no nos sorprende porque estamos acostumbrados a ello.
Con la espiritualidad es lo mismo. Cuando estemos acostumbrados a ella la
llevaremos de forma natural consiguiendo un equilibrio entre la Tierra y el
Cielo, sin necesidad de realizar grandes elogios.
Nuestra espiritualidad es esencia pura. Esta esencia se modifica en función
de la educación adquirida. Nuestra condición íntegra será la suma de: nuestra
esencia, más la educación familiar, más la educación en la sociedad del lugar
donde hayamos nacido.
Dentro de todo este conjunto entran en
juego las emociones. Si en nuestro interior predominan emociones negativas,
nuestra vibración será baja afectando a los procesos biológicos y dificultando
la conexión con uno mismo. Si en nuestro interior predominan emociones
positivas, nuestra vibración será alta, nuestros procesos biológicos estables y
tendremos mayor facilidad de conexión con nosotros mismos alcanzando un estado
de conciencia plena.
Estamos capacitados para construir sociedades
sanas, enfocadas a la pluralidad y a la cooperación.
El día en que logremos unir lazos entre
todos será un día memorable para la Humanidad. Será entonces cuando nuestra
esencia espiritual habrá cumplido su cometido.