El escenario
de la novela está recreado en el pueblo donde nació mi abuela: Peñalcázar
(Soria). Lleno de riqueza histórica.
En este post
deseo centrarme en la generación de mi abuela tras la Guerra Civil Española.
Tenemos un escenario desolado donde es necesario sacar las fuerzas internas
para volver a construir. Trabajar de sol a sol; Hacer trueque; unirse con las
personas de confianza; tener cuidado con la guardia civil; portarse como es debido...
Historias llenas de luces y sombras. Confianza, desconfianza y... miedo. Miedo
a perder.
Aún así, la vida volvió a comenzar. ¡Y sin psicólogos post-trauma! ¿Cómo lo
hicieron?
Aferrándose a los buenos recuerdos. Creando momentos únicos de unión: la
matanza del cerdo; pasear hasta la estación del tren; sentarse a la fresca bajo
las estrellas; sacar el genio cuando era necesario un límite; abriendo la
puerta a conocidos: "donde comen tres, comen cuatro"; conectando con
la naturaleza y sus recursos: cogiendo tomillo, té, manzanilla. Bañándose en
las aguas nítidas del río Manubles; caminar más de siete kilómetros por el
monte para tomarse un café con algún amigo de algún pueblo vecino...
¿Y en la parte más oscura?
Alguna mujer destruida en su dignidad por abusos de la barbarie;
quebrantamiento mental del dolor insoportable empujando al suicidio; tristeza
profunda por la muerte de algún hijo; peleas o denuncias por envidia o
rencor...
En este contexto histórico se formó mi abuela. Sus manos tenían artrosis de
tanto trabajar. Y sabañones en los días de invierno por acudir al lavadero. Fue
una auténtica heroína. ¡Y cocinaba de bien!
Año 2024: Abuela, ¡he pedido el divorcio por lo harta que estoy de
poner lavadoras! ¡Siempre me toca a mí! Mañana pediré cita con el psicólogo.
Estoy traumatizada.
VALOR...
Cuando visitéis Peñalcázar pasear en silencio entre sus calles. Si lo
hacéis con respeto, sentiréis un sobrecogimiento. Son las voces del ayer
reclamando dignidad. Ellos forman parte de nosotros.
Estar atentos porque es cierto que sus rincones hablan. Es un punto
estratégico y energético importante. La última vez que estuve me detuve en la
era, de espalda a la ermita. Sentí ganas de llorar ante un pueblo desaparecido.
Entonces una voz susurró cerca de mí:
-Recuerda cómo vivimos. Haz de tu vida la creación más sublime en esencia: proyecta el amor a nuestra historia. Necesitamos el perdón. Libertad.
-No hay culpables, abuela. No hay culpables...
"Peñalcázar existe con sus cimientos derruidos. A la espera de que nuevas
civilizaciones remuevan entre sus escombros hasta encontrar en ellos la raíz
latente que aporte sentido a la existencia".
En este enlace podéis ver un espectacular vídeo de Peñalcázar.