Un poema: navegamos en soledad, aunque no estamos solos

 Mecida por mí

Quang Le, Pixabay

Las olas besan mis pies fundiéndolos en la arena.

Una suave brisa peina las blanquecinas dunas de esta playa desértica.

Frente a mí, inalcanzable horizonte, quien susurra a mi alma una calma anhelada.

Camino en soledad…

Cada paso, una huella hacia delante.

Atrás, nada.

Al fondo, al pie del acantilado me espera ella; una pequeña barca con mi nombre grabado.

Sé que debo hacer, me digo a mí misma.

Me introduzco en ella permitiendo que el devenir del oleaje decida su rumbo.

Es entonces cuando sucede, una caricia sutil roza mi rostro preparando a mis labios para besar al silencio.

Y el silencio desvanece mi anhelo llenándome de vacío.

Cercana al horizonte, mecida por mí, navego en soledad.

 

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