Es
difícil hacerse a una idea de un futuro alentador cuando el panorama mundial es
tan oscuro. ¿Nuestra forma de pensar tiene algo que ver en este escenario?
El
pensamiento conlleva realizar acciones mediante las emociones por lo tanto, las
acciones creadas estarán determinadas por nuestra manera de pensar. La cadena
es la siguiente: Pensamiento (viaja a través del sistema nervioso) - llega a la
emoción – la emoción ejecuta la acción.
Hace
poco llegó a mis manos un libro titulado Pensar rápido, pensar despacio.
En él se diferencian dos sistemas de pensamiento. Uno, el intuitivo
donde actúa la inmediatez y el otro, el que da paso al pensamiento más
reflexivo. Ambos se comunican entre sí, siendo el segundo quién ofrece a la
inmediatez una respuesta más elaborada. En el momento en que un pensamiento
inmediato acude a la mente existe la opción de observarlo y procesarlo antes de
que actúe desde una emoción irracional. Al procesarlo lo estoy situando en un
estado neutro. Desde ese estado se obtiene la capacidad de dirigir las
acciones.
El
martes veintisiete de septiembre, estuve en una conferencia del profesor de
filosofía Guillermo Navarro. Ofreció al público una sorprendente apertura
reflexiva sobre la influencia de Nietzsche en el pensamiento moderno. Los
conocimientos que transmitió, se iban conectando en mi cerebro con partes de
algunos capítulos que había leído en el libro: Pensar rápido, pensar
despacio. Esas conexiones me llevan a crear esta reflexión:
Si
utilizamos la mínima parte del cerebro es difícil descubrir nuestras
capacidades más brillantes para realizar cambios en nosotros mismos y en la
sociedad.
Cuántas veces al cabo del día observo
a mi alrededor o en las noticias a grupos de personas enzarzándose por
demostrar su razón sin detenerse si quiera a realizar una autocrítica o
análisis de lo que está sucediendo. Y cuántas veces escucho la frase “nos están
manipulando”. Sí, es cierto. Si no utilizamos el pensamiento crítico, nos van a
manipular en cualquier ámbito de nuestra vida. Observemos por ejemplo los
resultados de las votaciones electorales cuando cambiamos constantemente de
partido; de una polaridad a otra. ¿Elegimos conscientemente?
En
la conferencia, el señor Navarro nos ofreció dos preguntas para pensar. ¿Todo
lo que hace el Gobierno es malo? ¿Todo lo que hace la oposición es malo? Y
quedó en silencio para que estas preguntas pudieran llegar a ser procesadas,
pero no desde la inmediatez.
Mi
respuesta a estas cuestiones es que si yo creo lo que me están contando, sin
utilizar mi sistema de pensamiento que me ayude a cribar lo que estoy
escuchando (alejándolo de la emoción dominante) entonces sí, todo lo que hace
el gobierno o la oposición es malo. Y esta creencia
será quien determinará mi voto. Por lo tanto, no nos extrañe que la
manipulación emocional (de fácil acceso al pensamiento inmediato, donde se
generan las creencias más irracionales) sea utilizada como arma para alcanzar
el poder. Lo estamos permitiendo simplemente con no pensar.
En una
sociedad en la que nos reconocemos por lo que hacemos y no por lo que somos
prima demostrar que estamos muy ocupados. Siendo así, ¿puede tener cabida la
reflexión en nuestro entorno? Pensar requiere un esfuerzo. Un entrenamiento
constante que se aprende desde la educación. Si a nosotros, como adultos nos
cuesta, ¿Podemos exigir a los jóvenes (el futuro) que lo hagan?
Como
me he expresado en más de una ocasión, el futuro lo gestamos hoy. Y el cambio a
construir o a destruir, depende de cada uno de nosotros.
Cristina
Romea