El alma desfallece
cuando vive apresuradamente.
Quietud obligada para renacer,
o morir en vida.
Postrada en la cama el tiempo se desvanece
y mi cuerpo dos funciones ejerce:
respirar, palpitar...
El reposo induce al sueño y el sueño al olvido.
Y el olvido encuentra su recuerdo en el latir del corazón.
Donde mis dedos,
juegan con el aire.
Donde la risa,
vence a las tormentas.
Donde la lluvia,
humedece mi cabello.
Donde mis labios se encarnan con el sonido de tu voz.
Palpitando en la quietud,
renazco en vida,
desde el olvido.
Cristina Romea